Miedo al eros y miedo al amor


El eros llega a la gente en ciertas etapas de su vida, aun a aquellos que tienen miedo del riesgo aparente de salir del aislamiento. Las personas que le tienen miedo a sus emocion es y a la vida a menudo harán todo lo posible por evitar inconscientemente y llenos de ignorancia- la gran experiencia de la unidad. Aunque este temor existe en muchos seres humanos, sólo son unos pocos los que nunca tienen alguna experiencia de apertura en su alma en donde el eros los pudiera tocar.

En el caso del alma temerosa que se resiste a la experiencia, esto le sirve como medicina independientemente del pesar y la sensación de pérdida que puede venir a causa de otras complicaciones psicológicas. Sin embargo, también existen personas hiperemocionales que, aunque conozcan otros miedos en la vida, no le temen a este tipo de experiencia. De hecho, la belleza de la misma les resulta tentadora y por tanto buscan vivirla ansiosamente. Buscan una persona tras otra, sumidos en la ignorancia emocional del profundo significado del eros. No están dispuestos a aprender el verdadero amor y tan sólo usan la fuerza erótica por el placer y una vez que se ha desvanecido buscan en otra parte. Esto es un abuso que no puede continuar sin provocar efectos perversos y quien haya cometido esos abusos tendrá que enmendarlos y pagar por ellos, aunque los haya cometido en la ignorancia.

Del mismo modo, quienes son demasiados temerosos tendrán que pagar por haber tratado de engañar a la vida escondiéndose del eros y, por esa vía, quitándole una medicina importante al alma, que es valiosa cuando se la usa de manera adecuada. La mayoría de estas gentes tienen un punto vulnerable en algún lugar de su alma a través del cual puede penetrar el eros.

También existen ciertas personas que han construido un muro de miedo y orgullo alrededor de su alma tan fuerte que de plano evitan esta parte de experiencia vital, limitando seria mente su desarrollo. Ese miedo puede existir acaso porque en una vida anterior tuvieron una mala experiencia con el eros o tal vez porque el alma ha abusado vorazmente de la belleza de la fuerza erótica sin construir hacia el amor.

En cualquiera de los casos, la persona puede haber escogido ser más cautelosa. Si esta decisión es muy rígida y limitante, se producirá el extremo opuesto. En la próxima encarnación las circunstancias serán escogidas de tal modo que se establezca un equilibrio hasta que el alma llegue a un estado armonioso en el cual no habrá extremos.

Esta armonización en las encarnaciones futuras siempre se aplica a todos los aspectos de la personalidad. Con el fin de alcanzar a armonía, al menos en cierto grado, se debe lograr un equilibrio adecuado entre la razón, emoción y la voluntad.

La experiencia erótica a menudo se mezcla con el deseo sexual, pero no siempre tiene que ser así. Estas
tres fuerzas -el amor, el eros y la sexualidad – a menudo aparecen de manera completamente separada pero a veces se mezclan dos, eros y sexualidad, o eros y amor en medida en que el alma sea capaz de amar o sexualidad y algo parecido al amor.

Sólo en un caso ideal se mezclan las tres fuerzas de manera armoniosa.

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